Si el eco de los cristales cae sobre la piel hiriendo el crepúsculo
Y la boca tiene el regusto a un grito sordo que ahoga la misericordia del óxido dentro de las lágrimas
Si el horror es alumbrado de focos y hogueras donde crepitan los rostros de los inocentes sin piedad en la corona de espinas de la razón
cuando el reglón se tuerce y la retórica reemplaza al sentimiento
las bestias alumbran su camino con antorchas en las pupilas ciegas del espanto
Y las estrellas queman las entrañas y las lenguas de las serpientes destilan veneno estrangulando el llanto y empozoñando la parte opaca de las miradas
Si los niños lloran desesperados en su lecho de hambre,
Sentenciados en el silencio denso y putrefacto de las larvas que arrastran la sepultura y mastican la tierra cavando la fosa común de la derrota universal
Si las rosas supieran del dolor
Si pudiéramos transcribir sobre nuestra piel la agónica crueldad tras el clamor de la desesperación
del epitafio de silencio de un niño que ahoga su lloro en el gélido pecho de la muerte
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